Adam Diston, Reliquen-Scotland-1891


Es el estilo lo que hace que la foto sea lenguaje.



















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domingo, 10 de mayo de 2015

Schreber no es poeta (La poesía es creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo)






Ilustración de Griechische Heldensagen für die Jugend bearbeitet
(H J. C. Andrä, 1902- Ataque de los lestrigones)




Acabo de tirar a la papelera de reciclaje 3 páginas.

Esos dos “libros” de ese fulano que he puesto últimamente son el relato en vivo de un delirio.
Y si lo he tirado, no es para ahora volverlo a rescatar. Lo único que me parece imprescindible de rescatar, dadas las circunstancias, es esto:



«Schreber no es poeta. (…) Podemos resumir la posición en que estamos respecto a su discurso cuando lo conocemos, diciendo que es sin duda escritor más no poeta. Schreber no nos introduce a una nueva dimensión de la experiencia. Hay poesía cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al nuestro y dándonos la presencia de un ser, de determinada relación fundamental, lo hace nuestro también. La poesía hace que no podamos dudar de la autenticidad de la experiencia de San Juan de la Cruz, ni de Proust, ni de Gerard de Nerval. La poesía es creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo. No hay nada parecido en las Memorias de Schreber».

-Seminario 3.  Las psicosis. Jacques Lacan-




Llevo 7 años contando esto.

Si yo señalo frases de Lacan, no es para hacerme la interesante, sino porque he tenido que ir yo misma a leer a Lacan para poder explicarme algo que parece no tener solución. Es decir: que un fulano al que no he visto en persona en toda mi vida haya decidido que yo tengo que morir para que él “escriba”, eso, ¡eso no me cabe en ningún sitio del planeta!

Y como ya lleva los 5000 seguidores, y como me he tenido que ir de todos los sitios a donde él me siguió, a mí, no yo a él, sino él a mí. Y si al hacerlo resultó que me seguí teniendo que ir, porque… No me digan por qué: esa supuesta mujer no es una mujer. No hay libertad en eso, en decir eso o no decirlo, por el expreso motivo de que es parte del delirio bajo el cual ha decidido que tiene que “ser yo”, y yo sobro de todas partes.

Mi problema, por tanto, no es el delirio de ese fulano: mi problema es que la gente le cree.
No me cabe más daño. No señor. Hoy no he dicho nada, ¿para qué? Si ayer acabé agotada y ¿hoy? Hoy la señal que lanzó fue aquí:

Lacan ponía el ej. del picón en el apareamiento, los agujeros que hacía mientras esa fase y que los consideraba como parte de la tarea en sí, que si algún animal se acercaba a esos agujeros, lo consideraría un invasor. Y entonces el fulanito me lanzó una señal.

Y bueno, cuando me está arrebatando hasta el oxígeno para respirar, y no exagero, el cerco a veces me produce todas esas cosas, entonces, entonces, ¡ENTONCES! Con esos aliados, tal como Hitler que tenía severos argumentos para expulsar a quienes le parecían a él enemigos, entonces ¿cómo se va a poder esto solucionar? Si todo está a manos de un tipo capaz de convencer haciendo eso.

Es tan rocambolesco que se meta en mi casa, en mis teléfonos, en mi Word, entre mis relaciones pero para dividir, etc. y que se sirva de Lacan para afianzarse en que “me vaya”, yo. Da igual; Lacan es brillante en lo que dice, extremadamente brillante, pero ¡señores!: esto es Facebook y esto es la realidad y la teoría se aplica según convenga. Y no me creo que Lacan pudiera dudar de que esos escritos plagados de neologismos fueran otra cosa que el relato de un delirio.









Liegen Lassen-dejar yacer (el Dios de Schreber sólo conoce la superficie de las cosas, no ve más que lo que ve, y nada comprende de lo que es interior)






 De izquierda a derecha: Oliveiro Girondo, Aldo Pellegrini, Norah Lange. A la derecha en primer plano, Francisco Madariaga



«La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos».


-La poesía y los imbéciles. Aldo Pellegrini -










«El texto es del Padre Festugière, muy buen escritor, y excelente conocedor de la Antigüedad griega. Sin duda el estilo algo apologético de esta introducción, consagrada a la constancia de la creencia en los dioses, está algo sesgado por su tema, a saber, que el epicureísmo se construyó por entero en torno a la cuestión de la presencia de los dioses en los asuntos humanos, porque no puede dejar de asombrarnos la parcialidad de esta reducción de la hipótesis divina a la función providencial, es decir a la exigencia de que seamos recompensados por nuestras buenas intenciones: cuando son amables, les ocurren cosas buenas. Pero, en fin, es significativo.

Sobre todo que no hay huella de ella en Schreber, cuyo delirio es en gran parte teológico, que tiene una pareja que es divina. Ciertamente, la notación de una ausencia es menos decisiva que la notación de una presencia, y el hecho de que algo no esté debe siempre, en el análisis de los fenómenos, estar sujeto a precauciones. Si contásemos con más precisiones sobre el delirio del presidente Schreber, quizá se podría contradecir esto. Ahora bien, la notación de una ausencia es extraordinariamente importante para la localización de una estructura. Entonces, señalo lo siguiente: válida o no teológicamente, no hay huella alguna en Schreber de la noción de providencia, de la Instancia que remunera, tan esencial al funcionamiento del inconsciente y que aflora en lo consciente En consecuencia, digamos, para ir rápido, que esta erotomanía divina ciertamente no debe inscribirse de inmediato en el registro del superyó.

Entonces, aquí tenemos a ese Dios. Ya sabemos que es el que habla todo el tiempo, el que no cesa de hablar para no decir nada. Hasta tal punto es esto cierto que Schreber consagra muchas páginas a examinar qué querrá decir ese Dios que habla para no decir nada, que, sin embargo, habla sin parar.

Esta función inoportuna no puede distinguirse ni por un instante del modo de presencia propio de Dios. Pero las relaciones de Schreber con el de ningún modo se limitan a esto, y quisiera poner el énfasis ahora en la relación fundamental y ambigua en que esta Schreber respecto a su Dios, que se sitúa en la misma dimensión que la de su parloteo incesante.

De algún modo, esta relación está presente desde el origen, aún antes de que Dios se haya descubierto, en el momento en que el delirio tiene como sostenes a personajes del tipo Flechsig y en primer término al propio Flechsig, su primer terapeuta. La expresión alemana que, siguiendo a Freud, voy a subrayar, expresa para el sujeto su modo de relación esencial con el interlocutor fundamental, y permite establecer una continuidad entre los primeros y los últimos interlocutores del delirio en la cual reconocemos que hay algo en común entre Flechsig, las almas examinadas, los reinos de Dios con sus diversas significaciones, posteriores y anteriores, superiores e inferiores, y por fin el Dios último, en el que todo parece al fin resumirse, instalándose Schreber al mismo tiempo en una posición megalomaníaca. Ya sea al comienzo del delirio, cuando está en juego la inminencia de una violación, de una amenaza contra su virilidad, sobre la que Freud puso todo el énfasis; ya sea al final cuando se establece una efusión voluptuosa donde se supone que Dios encuentra una satisfacción aún mayor que nuestro sujeto, el asunto es el siguiente, lo más atroz es que lo van a dejar plantado.

La traducción de ese liegen lassen no es mala, pues tiene sonoridades sentimentales femeninas. En alemán, está mucho menos marcado, y es también mucho más amplio, es dejar yacer. A lo largo de todo el delirio schreberiano, la amenaza de ese dejar plantado retorna como un tema musical, como el hilo de Ariadna que volvemos a encontrar en el tema literario o histórico.

Justo al comienzo, forma parte de las negras intenciones de los violadores perseguidores, y es lo que a cualquier precio debe evitarse. Es imposible no tener la impresión de que la relación global del sujeto con el conjunto de los fenómenos de los que es presa consiste en esta relación esencialmente ambivalente: cualquiera sea el carácter doloroso, pesado, inoportuno, insoportable de esos fenómenos, el mantenimiento de su relación con ellos constituye una necesidad cuya ruptura le sería absolutamente intolerable. Cuando ella se encarna, vale decir cada vez que pierde contacto con ese Dios—con quien está en relación en un doble plano, el de la audición y otro más misterioso, el de su presencia, vinculado a lo que llama la beatitud de la pareja, y sobre todo la de su pareja más que la suya—, cada vez que se interrumpe la relación, que se produce el retiro de la presencia divina, estallan toda suerte de fenómenos internos de desgarramiento, de dolor, diversamente intolerables.

Este personaje con el que tiene que ver Schreber en una doble relación, diálogo y relación erótica, distintas y sin embargo nunca disyuntas, se caracteriza también por lo siguiente: nunca entiende nada de lo que es propiamente humano. Este rasgo es a menudo acerado bajo la pluma de Schreber. Sobre las preguntas que Dios le hace para incitarlo a respuestas implícitas en la interrogación misma, que Schreber no se permite dar, dice: Se me tienden trampas demasiado necias. Schreber hace incluso toda suerte de desarrollos bastante agradablemente racionalizados acerca de las dimensiones de la certeza, y propone una explicación. ¿Cómo llegar a concebir que Dios sea tal que de verdad no comprenda nada de las necesidades humanas? ¿Cómo se puede ser necio hasta el punto de creer, por ejemplo, que si dejo un instante de pensar en algo, me he vuelto completamente idiota, o incluso que he vuelto a caer en la nada? Esto, empero, es lo que hace Dios, y se aprovecha de ello para retirarse. Cada vez que esto se produce, me dedico a una ocupación y manifiesto mi presencia. Para que Dios, a pesar de sus miles de experiencias pueda creer esto, tiene que ser verdaderamente ineducable.

Schreber hace sobre este punto desarrollos que están lejos de ser tontos, emite hipótesis, argumentos, que no desentonarían en una discusión estrictamente teológica. Siendo Dios perfecto e imperfectible, la noción misma de un progreso a través de la experiencia adquirida es totalmente impensable. El propio Schreber piensa, sin embargo, que este argumento es un poco sofisticado, porque esa perfección irreductible es completamente sorda a las cosas humanas. A diferencia del Dios que sondea los riñones y los corazones, el Dios de Schreber sólo conoce la superficie de las cosas, no ve más que lo que ve, y nada comprende de lo que es interior, pero como todo está inscrito en algún lado con lo que él llama el sistema de notación, en fichitas, al final, al cabo de esta totalización, estará de todos modos perfectamente al tanto de todo».



(Jacques Lacan, Seminario3 Las psicosis. Clase 9. Del sin-sentido y de la estructura de Dios. 1 de Febrero de 1956. Pág. 118, 121)




«Teseo probó el hilo de Ariadna La Obstinada
y desolvidó el dividido pero devuelto jet del partido
vieja jerigonza
jade negro del jadeo perpendicular
vid pendular en óleo seco
o teólogo vivido en penitencia
al que se desva la deriva
y me latió el delator
el bongo bingo que me dejó tambor
mordida de los doberman-gasolinera
la fuga semiótica del Bajtin saliendo al mercado
porque el viaje-viejo ya lo sabe
no un camino quizá sí la realidad».


(Otro día de mala suerte o Jazztás bluescando otra vez?, José Faustino Cruz)



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«Schreber no es poeta. (…) Podemos resumir la posición en que estamos respecto a su discurso cuando lo conocemos, diciendo que es sin duda escritor más no poeta. Schreber no nos introduce a una nueva dimensión de la experiencia. Hay poesía cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al nuestro y dándonos la presencia de un ser, de determinada relación fundamental, lo hace nuestro también. La poesía hace que no podamos dudar de la autenticidad de la experiencia de San Juan de la Cruz, ni de Proust, ni de Gerard de Nerval. La poesía es creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo. No hay nada parecido en las Memorias de Schreber».



-Seminario 3.  Las psicosis. Jacques Lacan-








sábado, 2 de mayo de 2015

"Es fácil idealizar a un mudo" (el analista es también víctima de su alienación en una teoría para la cual él es incapaz de asumir una posición crítica)







«Piera Aulagnier. No critiqué tanto la interpretación prefabricada por generar una pasión transferencial, sino más bien por otras razones. Pero sí el silencio a ultranza. Este genera en el analizando una idealización. Es fácil idealizar a un mudo.

Además creo que la pasión transferencial es favorecida por una serie de comportamientos y técnicas de moda en cierta práctica del análisis. Si uno atiende a un paciente cinco minutos, sólo puede esperar dos consecuencias: o bien la fuga del paciente -y por razones muy largas de explicar no es lo más frecuente- o bien, y eso es muy grave, lleva al analizando a renunciar a juzgar lo que efectivamente pasa en la relación analítica por una idealización masiva del analista que conduce a una relación de alienación. Cada vez estoy más convencida de que la modalidad técnica de conducir una cura es la responsable de la alienación y, en general, el analista es también víctima de su alienación en una teoría para la cual él es incapaz de asumir una posición crítica».


(Diálogo con Piera Aulagnier)






lunes, 16 de febrero de 2015

John Berger - Magritte y lo imposible (El cuadro trata de lo que está ausente, de la libertad que es ausencia)




John Berger - Magritte y lo imposible



“Le Modéle Rouge” (1937)






Max Raphael escribía que el objetivo de todo arte era “la ruina del mundo de las cosas” y el establecimiento de un mundo de los valores. Marcuse se refiere al arte como “el gran rechazo” del mundo tal como es. Yo he escrito en alguna ocasión que para mí el arte es un mediador entre lo que nos es dado y lo que deseamos. Sin embargo, las grandes obras de arte del pasado, en su oposición a lo que existía, podían creer en un lenguaje y referirse a una serie de valores establecidos. La contradicción entre lo que existía y lo que podía ser pensado no era, sin embargo, insuperable. De ahí la unidad lograda en esas obras. En realidad, su crítica de una realidad dispar (ya estemos pensando en Piero, Rembrandt, Poussin o Cézanne) se realizaba siempre en nombre de una mayor y más profunda unidad.

En este siglo, y más exactamente desde 1941, la contradicción se ha hecho insuperable; la unidad en la obra de arte, inconcebible. Nuestra idea de la libertad se amplía, nuestra experiencia de ella disminuye. Es a partir de aquí donde surge el concepto moral de lo Imposible. Sólo a través de los intersticios que ocasionalmente surgen en el engranaje de los sistemas opresivos podremos entrever la imposibilidad de que sea de otro modo: una imposibilidad que nos inspira porque sabemos que incluso lo que en tales sistemas se considera óptimo es totalmente inadecuado.

“No soy un determinista —decía Magritte— pero tampoco creo en el azar. Este funciona como una ‘explicación' más del mundo. El problema reside precisamente en no aceptar ninguna explicación del mundo ni mediante el azar ni mediante el determinismo. No soy responsable de mi creencia. Ni siquiera soy yo quien decide que no soy responsable, y así hasta el infinito: estoy obligado a no creer. No hay punto de partida.”

Esta afirmación, como todas las de Magritte, se destaca por su claridad. Pero su contenido forma parte de la experiencia vivida por millones de personas. Tal vez sea la conclusión a la que han llegado la gran mayoría de los habitantes de los países industrializados. ¿Quién no se ha visto reducido en algún momento a la intransigente impotencia de esta actitud? El artista Magritte, sin embargo, no se queda en esta afirmación. Se da en él algo parecido a la reducción, no al absurdo, sino a la libertad. Los mejores cuadros de Magritte, los más elocuentes, tratan de esta reducción. Le Modéle Rouge muestra un par de botas que terminan en dedos humanos puestas en el suelo delante de una pared de madera. No quiero imponer un significado único a ningún cuadro de Magritte, pero estoy seguro de que el motivo de las botas medio convertidas en pies no constituye el tema central de este cuadro. Sería el misterio por el misterio, algo que él odiaba. Lo importante es saber qué es lo que propone esta invención. Un par de botas normales dejadas en el suelo simplemente sugieren que alguien se las ha quitado. Un par de pies separados del resto del cuerpo sugieren violencia. Pero los pies desechados medio convertidos en botas proponen la noción de un ser que ha abandonado su propia piel. El cuadro trata de lo que está ausente, de la libertad que es ausencia.



John Berger - Magritte y lo imposible














sábado, 14 de febrero de 2015

«PUNCTUM», silencio






 «PUNCTUM»


Eva Besnyö - Gypsies, 1931





«El studium está siempre en definitiva codificado, el punctum no lo está. Sucede algunas veces que puedo conocer mejor una foto que recuerdo que otra que estoy viendo, como si la visión directa orientase mal el lenguaje, induciéndolo a un esfuerzo de descripción que siempre dejará escapar el punto del efecto, el punctum. En el fondo para ver bien una foto vale más levantar la cabeza o cerrar los ojos. “La condición previa de la imagen es la vista”, decía Janouch a Kafka. La subjetividad absoluta sólo se consigue mediante un estado, un esfuerzo de silencio. La foto me conmueve si la retiro de su charloteo ordinario: “técnica”, “realidad”, “reportaje”, “arte”, etc.: no decir nada, cerrar los ojos, dejar subir sólo el detalle hasta la conciencia afectiva».

 -Roland Barthes-





Eleni karaindrou from "Unreleased recordings" (1990)








Cesare Pavese, “Tienes rostro de piedra esculpida”






Gruta mágica. 1942, Remedios Varo



“Tienes rostro de piedra esculpida”


Tienes rostro de piedra esculpida,
sangre de tierra dura,
viniste del mar.
Todo lo acoges y escudriñas
y rechazas
como el mar. En el corazón
tienes silencio, tienes palabras
engullidas. Eres oscura.
para ti el alba es silencio.

Y eres como las voces
de la tierra  —el choque
del cubo en el pozo,
la canción del fuego,
la caída de una manzana;
las palabras resignadas
y tenebrosas sobre los umbrales,
el grito del niño—  las cosas
que nunca pasan.
Tú no cambias. Eres oscura.

Eres la bodega cerrada
con la tierra removida,
donde el niño entró
una vez, descalzo,
y que siempre recuerda.
Eres la habitación oscura
en la que se vuelve a pensar siempre,
como en el patio antiguo
donde nacía el alba.

Cesare Pavese
De “La tierra y la muerte” – 1945-46
Traducción de Carlos José i Solosora.
Recogido en: “Cesare Pavese – Poesías completas”
Edición de Italo Calvino
Colección Visor Libros de Poesía 2008 (3ª ed.)
ISBN: 978-84-7522-337-7

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Poema original en italiano:

“Hai viso di pietra scolpita”


Hai viso di pietra scolpita,
sangue di terra dura,
sei venuta dal mare.
Tutto accogli e scruti
e respingi da te
come il mare. Nel cuore
hai silenzio, hai parole
inghiottite. Sei buia.
Per te l’alba è silenzio.

E sei come le voci
della terra – l’urto
della secchia nel pozzo,
la canzone del fuoco,
il tonfo di una mela;
le parole rassegnate
e cupe sulle soglie,
il grido del bimbo – le cose
che non passano mai.
Tu non muti. Sei buia.

Sei la cantina chiusa,
dal battuto di terra,
dov’è entrato una volta
ch’era scalzo il bambino,
e ci ripensa sempre.
Sei la camera buia
cui si ripensa sempre,
come al cortile antico
dove s’apriva l’alba.






"SOLEDAD" (Juan Ramón Jiménez) y Eleni Karaindrou - Elegy of the Uprooting






Eleni Karaindrou - Elegy of the Uprooting
[Elegía del desarraigo]







Soledad

En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late y no lo siente...
¡Qué plenitud de soledad, mar sólo!


(Juan Ramón Jiménez)













Música: "Decision", de Maria Farantouri, Alexandros Myrat, Camerata Orchestra, ERT Choi
Fotografía: C.E. Von Sothen, A Marine Study (Un studio marítimo)- United States-1893

La cámara lúcida, «ojo que piensa» (reconozco con mi cuerpo entero las aldeas por donde pase en el curso de antiguos viajes par Hungría y Rumania)





«ojo que piensa»


André Kertész, La balada del violinista, Abony (Hungría) 1921





«Existe una fotografía de Kertesz (1921) que representa un modesto violinista cíngaro, ciego, conducido por un chiquillo: ahora bien,  lo que yo veo a través de este «ojo que piensa» y me hace añadir algo a la foto, es la calzada de tierra batida; la rugosidad de esta calzada terrosa me produce la certidumbre de estar en Europa central; percibe el referente (aquí la fotografía se sobrepasa realmente a sí misma): ¿no es acaso la única prueba de su arte? ¿Anularse como médium, no ser ya un signo sino la cosa misma?), reconozco con mi cuerpo entero las aldeas por donde pase en el curso de antiguos viajes par Hungría y Rumania»

-Roland Barthes, La cámara lúcida-









To Vals Tou Gamou - Eleni Karaindrou
From the Album "O Melissokomos", composed by Eleni Karaindrou.
It's the song which has been playing for more than 5 years in a music store on the Istiklal Avenue in Istanbul.






Marc Augé, RUINAS (.LA ESCRITURA- se encuentra amenazada por el reinado de la evidencia y la tiranía del presente)





RUINAS


Ermita de Covadonga, San Miguel de Lillo, Oviedo






Si se reprime o forcluye un significante, si es significante lo que articula cualquier estructura, no ha de ser que en la estructura alterada se muestren visibles los efectos de la constelación mal construida. Por el contrario, tendrán férreos sistemas y sólidas amalgamas a fin de que éstos sostengan aquel fallo inicial.


«Virgilio: "Ingeminant auster et densissimus imber" ("Redoblan su fuerza el austro y un copiosísimo aguacero"). [‘imber-bris’ (plural, ‘imbres’)].

Por su relación con ese fenómeno de la naturaleza, a la teja acanalada la llamaban ‘imbrex-icis’; y por ‘entejar’ decían ‘imbricare’.

«‘Imbricar’ ("Disponer de una serie de cosas iguales de manera que queden superpuestas parcialmente, como las escamas de los peces") y del adjetivo ‘imbricado’ ("Dicho de las hojas, de las semillas y de las escamas: Sobrepuestas unas a otras como las tejas en un tejado")».


Un edificio construido con el trabajo, a fuerza de ir colocando ladrillo tras ladrillo, una piedra tras otra piedra, una viga, un cristal, unos en relación a los otros, cuando cayese sobre él la fuerza de una constante erosión daría lugar a una ruina:


«La contemplación de las ruinas nos permite entrever fugazmente la existencia de un tiempo que no es el tiempo del que hablan los manuales de historia o del que tratan de resucitar las restauraciones. Es un tiempo puro, al que no puede asignarse fecha, que no está presente en nuestro mundo de imágenes, (...), un mundo cuyos cascotes, faltos de tiempo, no logran ya convertirse en ruinas.
Es un tiempo perdido cuya recuperación compete al arte».


-Marc Augé-


Siguiendo la metáfora sobre la construcción, el edificio, al verse amenazado, tenderá a preservar sus cimientos, y si la tempestad no los dejase visibles, el trayecto de reconstrucción no podría llegar nunca a dar lugar a cualquier edificio análogo a él.



Turismo y viaje, paisaje y escritura IV

«La remisión de uno mismo a los otros y de los otros a uno mismo, circunstancia que, idealmente, constituye la definición tanto del viaje como de la escritura, se encuentra amenazada por la ilusión de saberlo todo, de haberlo visto todo y de no tener ya nada que descubrir -se encuentra amenazada por el reinado de la evidencia y la tiranía del presente-. Y sin embargo, pese a que no tomemos conciencia de ello más que de forma efímera e intuitiva, hay en el mundo que nos rodea, y en cada uno de nosotros, zonas de resistencia a la evidencia. El objetivo del viaje, el objetivo de la investigación literaria, debería ser, y es a veces, la exploración de esas zonas de resistencia. Existen dentro de nosotros mismos y fuera de nosotros mismos, y entre este interior y este exterior no puede excluirse la existencia de puentes que habría que sacar a la luz».

-Marc Augé-











miércoles, 4 de febrero de 2015

Marcel proust, «donde todo se gasta»












Marcel proust,  «donde todo se gasta»




«Del estado de mi alma, que, aquel lejano año, no había sido para mí más que una larga tortura, no quedaba nada. Pues en este mundo donde todo se gasta, donde todo perece, hay una cosa que cae en ruinas, que se destruye más completamente todavía, dejando aún menos vestigios que la Belleza: es el Dolor».



-Marcel proust-