Adam Diston, Reliquen-Scotland-1891


Es el estilo lo que hace que la foto sea lenguaje.



















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lunes, 16 de febrero de 2015

John Berger - Magritte y lo imposible (El cuadro trata de lo que está ausente, de la libertad que es ausencia)




John Berger - Magritte y lo imposible



“Le Modéle Rouge” (1937)






Max Raphael escribía que el objetivo de todo arte era “la ruina del mundo de las cosas” y el establecimiento de un mundo de los valores. Marcuse se refiere al arte como “el gran rechazo” del mundo tal como es. Yo he escrito en alguna ocasión que para mí el arte es un mediador entre lo que nos es dado y lo que deseamos. Sin embargo, las grandes obras de arte del pasado, en su oposición a lo que existía, podían creer en un lenguaje y referirse a una serie de valores establecidos. La contradicción entre lo que existía y lo que podía ser pensado no era, sin embargo, insuperable. De ahí la unidad lograda en esas obras. En realidad, su crítica de una realidad dispar (ya estemos pensando en Piero, Rembrandt, Poussin o Cézanne) se realizaba siempre en nombre de una mayor y más profunda unidad.

En este siglo, y más exactamente desde 1941, la contradicción se ha hecho insuperable; la unidad en la obra de arte, inconcebible. Nuestra idea de la libertad se amplía, nuestra experiencia de ella disminuye. Es a partir de aquí donde surge el concepto moral de lo Imposible. Sólo a través de los intersticios que ocasionalmente surgen en el engranaje de los sistemas opresivos podremos entrever la imposibilidad de que sea de otro modo: una imposibilidad que nos inspira porque sabemos que incluso lo que en tales sistemas se considera óptimo es totalmente inadecuado.

“No soy un determinista —decía Magritte— pero tampoco creo en el azar. Este funciona como una ‘explicación' más del mundo. El problema reside precisamente en no aceptar ninguna explicación del mundo ni mediante el azar ni mediante el determinismo. No soy responsable de mi creencia. Ni siquiera soy yo quien decide que no soy responsable, y así hasta el infinito: estoy obligado a no creer. No hay punto de partida.”

Esta afirmación, como todas las de Magritte, se destaca por su claridad. Pero su contenido forma parte de la experiencia vivida por millones de personas. Tal vez sea la conclusión a la que han llegado la gran mayoría de los habitantes de los países industrializados. ¿Quién no se ha visto reducido en algún momento a la intransigente impotencia de esta actitud? El artista Magritte, sin embargo, no se queda en esta afirmación. Se da en él algo parecido a la reducción, no al absurdo, sino a la libertad. Los mejores cuadros de Magritte, los más elocuentes, tratan de esta reducción. Le Modéle Rouge muestra un par de botas que terminan en dedos humanos puestas en el suelo delante de una pared de madera. No quiero imponer un significado único a ningún cuadro de Magritte, pero estoy seguro de que el motivo de las botas medio convertidas en pies no constituye el tema central de este cuadro. Sería el misterio por el misterio, algo que él odiaba. Lo importante es saber qué es lo que propone esta invención. Un par de botas normales dejadas en el suelo simplemente sugieren que alguien se las ha quitado. Un par de pies separados del resto del cuerpo sugieren violencia. Pero los pies desechados medio convertidos en botas proponen la noción de un ser que ha abandonado su propia piel. El cuadro trata de lo que está ausente, de la libertad que es ausencia.



John Berger - Magritte y lo imposible














sábado, 14 de febrero de 2015

«PUNCTUM», silencio






 «PUNCTUM»


Eva Besnyö - Gypsies, 1931





«El studium está siempre en definitiva codificado, el punctum no lo está. Sucede algunas veces que puedo conocer mejor una foto que recuerdo que otra que estoy viendo, como si la visión directa orientase mal el lenguaje, induciéndolo a un esfuerzo de descripción que siempre dejará escapar el punto del efecto, el punctum. En el fondo para ver bien una foto vale más levantar la cabeza o cerrar los ojos. “La condición previa de la imagen es la vista”, decía Janouch a Kafka. La subjetividad absoluta sólo se consigue mediante un estado, un esfuerzo de silencio. La foto me conmueve si la retiro de su charloteo ordinario: “técnica”, “realidad”, “reportaje”, “arte”, etc.: no decir nada, cerrar los ojos, dejar subir sólo el detalle hasta la conciencia afectiva».

 -Roland Barthes-





Eleni karaindrou from "Unreleased recordings" (1990)








Cesare Pavese, “Tienes rostro de piedra esculpida”






Gruta mágica. 1942, Remedios Varo



“Tienes rostro de piedra esculpida”


Tienes rostro de piedra esculpida,
sangre de tierra dura,
viniste del mar.
Todo lo acoges y escudriñas
y rechazas
como el mar. En el corazón
tienes silencio, tienes palabras
engullidas. Eres oscura.
para ti el alba es silencio.

Y eres como las voces
de la tierra  —el choque
del cubo en el pozo,
la canción del fuego,
la caída de una manzana;
las palabras resignadas
y tenebrosas sobre los umbrales,
el grito del niño—  las cosas
que nunca pasan.
Tú no cambias. Eres oscura.

Eres la bodega cerrada
con la tierra removida,
donde el niño entró
una vez, descalzo,
y que siempre recuerda.
Eres la habitación oscura
en la que se vuelve a pensar siempre,
como en el patio antiguo
donde nacía el alba.

Cesare Pavese
De “La tierra y la muerte” – 1945-46
Traducción de Carlos José i Solosora.
Recogido en: “Cesare Pavese – Poesías completas”
Edición de Italo Calvino
Colección Visor Libros de Poesía 2008 (3ª ed.)
ISBN: 978-84-7522-337-7

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Poema original en italiano:

“Hai viso di pietra scolpita”


Hai viso di pietra scolpita,
sangue di terra dura,
sei venuta dal mare.
Tutto accogli e scruti
e respingi da te
come il mare. Nel cuore
hai silenzio, hai parole
inghiottite. Sei buia.
Per te l’alba è silenzio.

E sei come le voci
della terra – l’urto
della secchia nel pozzo,
la canzone del fuoco,
il tonfo di una mela;
le parole rassegnate
e cupe sulle soglie,
il grido del bimbo – le cose
che non passano mai.
Tu non muti. Sei buia.

Sei la cantina chiusa,
dal battuto di terra,
dov’è entrato una volta
ch’era scalzo il bambino,
e ci ripensa sempre.
Sei la camera buia
cui si ripensa sempre,
come al cortile antico
dove s’apriva l’alba.






"SOLEDAD" (Juan Ramón Jiménez) y Eleni Karaindrou - Elegy of the Uprooting






Eleni Karaindrou - Elegy of the Uprooting
[Elegía del desarraigo]







Soledad

En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late y no lo siente...
¡Qué plenitud de soledad, mar sólo!


(Juan Ramón Jiménez)













Música: "Decision", de Maria Farantouri, Alexandros Myrat, Camerata Orchestra, ERT Choi
Fotografía: C.E. Von Sothen, A Marine Study (Un studio marítimo)- United States-1893

La cámara lúcida, «ojo que piensa» (reconozco con mi cuerpo entero las aldeas por donde pase en el curso de antiguos viajes par Hungría y Rumania)





«ojo que piensa»


André Kertész, La balada del violinista, Abony (Hungría) 1921





«Existe una fotografía de Kertesz (1921) que representa un modesto violinista cíngaro, ciego, conducido por un chiquillo: ahora bien,  lo que yo veo a través de este «ojo que piensa» y me hace añadir algo a la foto, es la calzada de tierra batida; la rugosidad de esta calzada terrosa me produce la certidumbre de estar en Europa central; percibe el referente (aquí la fotografía se sobrepasa realmente a sí misma): ¿no es acaso la única prueba de su arte? ¿Anularse como médium, no ser ya un signo sino la cosa misma?), reconozco con mi cuerpo entero las aldeas por donde pase en el curso de antiguos viajes par Hungría y Rumania»

-Roland Barthes, La cámara lúcida-









To Vals Tou Gamou - Eleni Karaindrou
From the Album "O Melissokomos", composed by Eleni Karaindrou.
It's the song which has been playing for more than 5 years in a music store on the Istiklal Avenue in Istanbul.






Marc Augé, RUINAS (.LA ESCRITURA- se encuentra amenazada por el reinado de la evidencia y la tiranía del presente)





RUINAS


Ermita de Covadonga, San Miguel de Lillo, Oviedo






Si se reprime o forcluye un significante, si es significante lo que articula cualquier estructura, no ha de ser que en la estructura alterada se muestren visibles los efectos de la constelación mal construida. Por el contrario, tendrán férreos sistemas y sólidas amalgamas a fin de que éstos sostengan aquel fallo inicial.


«Virgilio: "Ingeminant auster et densissimus imber" ("Redoblan su fuerza el austro y un copiosísimo aguacero"). [‘imber-bris’ (plural, ‘imbres’)].

Por su relación con ese fenómeno de la naturaleza, a la teja acanalada la llamaban ‘imbrex-icis’; y por ‘entejar’ decían ‘imbricare’.

«‘Imbricar’ ("Disponer de una serie de cosas iguales de manera que queden superpuestas parcialmente, como las escamas de los peces") y del adjetivo ‘imbricado’ ("Dicho de las hojas, de las semillas y de las escamas: Sobrepuestas unas a otras como las tejas en un tejado")».


Un edificio construido con el trabajo, a fuerza de ir colocando ladrillo tras ladrillo, una piedra tras otra piedra, una viga, un cristal, unos en relación a los otros, cuando cayese sobre él la fuerza de una constante erosión daría lugar a una ruina:


«La contemplación de las ruinas nos permite entrever fugazmente la existencia de un tiempo que no es el tiempo del que hablan los manuales de historia o del que tratan de resucitar las restauraciones. Es un tiempo puro, al que no puede asignarse fecha, que no está presente en nuestro mundo de imágenes, (...), un mundo cuyos cascotes, faltos de tiempo, no logran ya convertirse en ruinas.
Es un tiempo perdido cuya recuperación compete al arte».


-Marc Augé-


Siguiendo la metáfora sobre la construcción, el edificio, al verse amenazado, tenderá a preservar sus cimientos, y si la tempestad no los dejase visibles, el trayecto de reconstrucción no podría llegar nunca a dar lugar a cualquier edificio análogo a él.



Turismo y viaje, paisaje y escritura IV

«La remisión de uno mismo a los otros y de los otros a uno mismo, circunstancia que, idealmente, constituye la definición tanto del viaje como de la escritura, se encuentra amenazada por la ilusión de saberlo todo, de haberlo visto todo y de no tener ya nada que descubrir -se encuentra amenazada por el reinado de la evidencia y la tiranía del presente-. Y sin embargo, pese a que no tomemos conciencia de ello más que de forma efímera e intuitiva, hay en el mundo que nos rodea, y en cada uno de nosotros, zonas de resistencia a la evidencia. El objetivo del viaje, el objetivo de la investigación literaria, debería ser, y es a veces, la exploración de esas zonas de resistencia. Existen dentro de nosotros mismos y fuera de nosotros mismos, y entre este interior y este exterior no puede excluirse la existencia de puentes que habría que sacar a la luz».

-Marc Augé-











miércoles, 4 de febrero de 2015

Marcel proust, «donde todo se gasta»












Marcel proust,  «donde todo se gasta»




«Del estado de mi alma, que, aquel lejano año, no había sido para mí más que una larga tortura, no quedaba nada. Pues en este mundo donde todo se gasta, donde todo perece, hay una cosa que cae en ruinas, que se destruye más completamente todavía, dejando aún menos vestigios que la Belleza: es el Dolor».



-Marcel proust-